miércoles, 30 de diciembre de 2015

Cómo ser Arrogante Pero Divertido


Aunque en general no tienen ni la menor sospecha de ello,
muchos hombres se comportan con las mujeres de un modo que
les hace parecer mortalmente aburridos y monótonos.

Ciegamente guiados por su deseo de no cometer con ellas
ningún error que les reste opciones, caen en el más grave
y letal de todos: les proporcionan experiencias de segunda
fila, lineales y excesivamente predecibles.

En otras palabras, inadvertidamente se vuelven un rollo
completamente indigestible para las mujeres a las que,
paradójicamente, se suponía que tenían que entretener,
fascinar y hacer reír a carcajadas.

No sólo eso, con sus semblantes serios, su predictibilidad
absoluta y sus siempre comedidos discursos, totalmente
exentos de picardía y dobles significados, se convierten
en cualquier cosa menos en un desafío para esas mujeres
hacia las que sienten atracción. ¿El resultado? ¡Adivínalo!
Muerte por sobredosis... de aburrimiento, claro.

Es peor de lo que parece, porque cuando una mujer te ha
encasillado como a un tipo serio, aburrido y predecible,
es muy difícil hacerla cambiar de opinión.
Y ni tan siquiera deberías intentarlo, pues no merece la
pena invertir tiempo y esfuerzo en una tarea tan compleja
y frecuentemente estéril como ésa. Sobre todo, teniendo en
cuenta que cuesta mucho menos empezar desde cero con otra
mujer, en un territorio que no haya sido previamente
contaminado por esa clase de errores prácticamente
irreparables.

Si después de leer este texto, sólo pudieras recordar una
cosa, me gustaría que fuera esta: La picardía, el lenguaje
de doble connotación, el sugerir sin decir, la ambigüedad
con respecto a tus verdaderas intenciones, el tira y
afloja, el jugar al despiste, es fundamental para crear
atracción en una mujer.

A las mujeres (particularmente a aquellas atractivas y con
una saludable dosis de autoestima) les gustan los
desafíos. Les gusta luchar por los hombres que desean
conseguir, y no sienten interés alguno cuando, desde el
principio, se les da todo resuelto. ¿He sido suficientemente claro?

En general, ellas disfrutan mucho más que nosotros con ese
cosquilleo en el estómago que aparece cuando no sabes con
certeza si la persona que tanto te atrae siente o no lo
mismo por ti.

Un poco de malicia inteligente por aquí, un poco de mordaz
humor por allá, un poco de sugerir sin exhibir, otro tanto
de incertidumbre magistralmente dosificada, y pasarás de
ser un tipo aburrido ante cuya presencia las mujeres
consultan el segundero de su reloj para saber cuanto
tiempo han desperdiciado, a otro en cuya compañía las
horas vuelan.

A mí me parece una diferencia importante ¿Y a ti?
Consigue que esto te entre en la cabeza y que quede
cristalinamente claro y sólidamente asentado allí:
Cuando una mujer te interesa, debes intentar con todas tus
fuerzas crear una tensión no del todo resuelta entre tú y
ella.

Tienes que conseguir que nunca logre leer de forma
inequívoca lo que sucede entre los dos. Haz todo lo que
esté en tu mano para evitar que llegue a estar segura,
demasiado pronto, del juego al que juegas. Tienes que
confundirla, hacerla dudar, aturdirla… del modo correcto.

Deja que tenga la sospecha de que le gustas, sí, pero que
no adquiera certeza de que verdaderamente es así hasta que
estéis deshaciendo juntos una misma cama.

Así pues, por un lado, tienes que evitar ser un soso
irremediable con permanente cara de póquer, que no muestra
sus emociones en ningún momento y tiene una picardía
equiparable a la de un niño de preescolar bajo el efecto
de fármacos sedantes.

Pero, al mismo tiempo, tampoco te conviertas en un tipo
que, a las primeras de cambio, declara su amor
incondicional y eterno hacia una mujer a la que, en
realidad, apenas conoce. Eso es ponérselo demasiado fácil
y, de paso, conseguir que pierda totalmente el interés por
ti.

Encuentra el equilibrio. Búscale el Zen a esto. Lo tiene.
Muestra alguna de tus cartas, pero no toda tu mano.
Porque -sólo por detrás del error consistente en exhibir
una personalidad plana, predecible y carente de matices el
que con mayor frecuencia veo cometer a los hombres a
los que les interesa una determinada mujer es la
precipitación.

Se aceleran, se emocionan, les falta tiempo para ir a
declararse a la mujer que les atrae, a decirle que es la
persona que da sentido a sus vidas, a contarle que no
pueden vivir en su ausencia, y que están completa y
locamente enamorados de ella.
¡No se puede meter la pata más a fondo!

Relájate, esto es un juego. Disfruta simplemente de él.
Conviértelo en un fin en sí mismo. Sin prisas, sin
agobios. Olvídate por un instante del resultado. Deja a un
lado el marcador. Pasa del “Ganar o Perder”

He aquí un secreto: cultiva esa actitud que consiste en
mostrar una indiferencia absoluta hacia el resultado de
tus interacciones con las mujeres, e instantáneamente
habrás multiplicado por diez tu poder de atracción.
Juega, disfruta, ríe, pero hazlo siempre con la actitud
adecuada, ésa que dicta que todo cuanto importa es pasar
un buen rato, y que siente un desprecio rotundo por qué
sucede y, en particular, por qué piensan los demás sobre
ello.

Aprende a tocarle un poco las narices a las chicas que
quieres conquistar, a meterte con ellas de un modo
divertido y creativo que las estimule y te erija en
desafío que merezca la pena conquistar.
Si no sabes resultar divertido, juguetón y ligeramente
arrogante, ellas, especialmente las más jóvenes y
atractivas van a merendarte, y no vas a tener ni la más
remota idea de qué hacer para contraatacar y tomar el
control de la situación.

No importa si se trata de una chica de 16, de 26 o de 36
años, la estrategia es igualmente válida. El espíritu que
adora el juego y valora un buen desafío siempre pervive
dentro de cada uno de nosotros, y no muere con el paso de

los años.

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