Hola el artículo de hoy lo voy a tomar del libro la Ciencia
de la Seducción de Oscar Garrido:
Una vez, en la primera cita con una chica a la que acababa
de conocer, cogí su mano al entrar en el coche y la sostuve durante unos
segundos. Acto seguido, la retiré diciéndole… “Venga, no hagamos manitas
todavía”, como si hubiera sido idea suya.
Después, durante la comida, le acerqué mi mano para que ella
la cogiera y, cuando fue a hacerlo, se la retiré antes de que pudiera llegar a
tocarla. Después lo volví a hacer una vez más y otra…y otra para acabar
diciéndole “No, de verdad…”
Finalmente, cuando ya habíamos acabado de comer, acerqué mi
mano a la suya para intentar cogérsela. De un modo previsible, ella la retiró
como consecuencia de todas las bromas que le había gastado anteriormente, pero
se la cogí de todos modos y le di un buen masaje.
Durante todo el tiempo, estuve bromeando y bromeando. Cuando
finalmente ella se dio por vencida y empezó a disfrutar del masaje, dejé de
dárselo.
¡Chico malo!
¿Te das cuenta de la dinámica de este proceso?
Más tarde, cuando le di un abrazo, ella me besó en la mejilla
y en el cuello un par de veces, hecho que aproveché para acusarla de estar
abusando de mí y de besarme demasiado.
La idea a transmitir es que ella va detrás de tí y es la
agresora, en lugar de lo contrario. Como hemos visto, un modo acertado de conseguirlo
es hacer algo (por ejemplo, coger su mano) y después acusarla a ella de ser
quien lo ha hecho: “No hagamos manitas tan pronto”.
Este tipo de comportamiento, enviar señales contradictorias
y flirtear todo el tiempo no tiene ningún sentido para la mayoría de los
hombres, pero para las mujeres es pura MAGIA
Del mismo modo, algunas mujeres se sienten realmente
intrigadas y atraídas por ti si las calas y te das cuenta de que pie cojean al
principio de este juego.
Eso las enloquece porque perciben que eres tú quien tiene el
control y no saben qué hacer a continuación, pues se dan cuenta de que conoces
bien todos sus juegos y no caes en ninguno de sus viejos trucos. Esto las pone
nerviosas y las deja sin poder ni munición.
Eso, por extraño que pueda parecer, les encanta. Los hombres
rara vez asumen el control y ellas, secretamente, quieren a alguien que lo
esté.
¡Advertencia! Es muy importante no utilizar esta información
para convertirse en su complaciente psicólogo. La intención es usarla con el
propósito de tocarles un poco las narices, no para ser comprensivo.
Algo que también le digo a una mujer bien pronto al inicio
de nuestra relación es que creo que será una buena AMIGA.
Es gracioso comprobar el efecto que el contexto impuesto de
amistad ejerce sobre ellas, porque las hace pensar, a menudo por primera vez:
“Vaya, quizás haya encontrado a un hombre que es más
inteligente que yo, que conoce mis pequeños juegos y, por una vez, pone el
listón incluso más alto que yo… y ahora que lo encuentro, habla de que seamos
sólo amigos. ¡Oh no! ¿Es que no le gusto? ¿No le gusto como al resto de
chicos?”
El secreto está en dejarlas dudando. Sugiere que te gusta,
pero no lo hagas de un modo evidente. Haz que lo dude. Confunde.
Otro hecho interesante que he descubierto es que las mujeres
entienden los mensajes en clave, y no el lenguaje directo.
Los niños pequeños bromean con las niñas cuando tienen 8 años y a las mujeres les sigue encantando cuando tienen 28
o 48. Por eso, me encanta encontrar algo sobre lo que se sienten un poquito
inseguras y burlarme de ello de un modo que las haga dudar de si lo digo o no
en serio.
La metáfora que a menudo utilizo es que las mujeres son como
las máquinas Enigma empleadas por los alemanes durante la segunda guerra
mundial. Estas máquinas eran capaces de codificar y decodificar mensajes.
De igual modo, a las mujeres les estimula e interesa mucho
más dar y obtener sugerencias sutiles que mensajes directos.
Si le dices a una mujer “Me gustas” no será tan efectivo
como decirle “Te gusto, y lo sabes” medio en serio, medio en broma. ¿Lo
entiendes?
Por eso, gran parte del tiempo hablo con las mujeres a
través de metáforas e historias, sobre sentimientos y deseos. Hablo en código,
a través de sutiles sugerencias e intento no comunicarme nunca con ellas de un
modo excesivamente directo.
Déjame darte un par de buenos ejemplos más.
Si quieres hacer el amor con una mujer, puedes decirle
“¡Hagamos el amor!” Adelante, inténtalo y dime después cuál
ha sido el resultado.
O podrías ser más sutil e intentar esto…
La próxima vez que estés a solas con una mujer que has
conocido recientemente, levántate, cógela de la mano y ayúdala a levantarse.
Cuando lo haya hecho, dale un abrazo, sepárate de ella y vuelve a sentarte.
Una vez que se haya sentado de nuevo, dile “Sólo quería
abrazarte”. Más tarde, vuelve a abrazarla y acaríciala y mientras lo haces,
huélele el cuello y dile lo bien que huele… y no pares de hacerlo. En un par de
minutos, la oirás decirte lo excitada que está.
Son dos caminos diferentes para alcanzar un mismo resultado,
sólo que uno de ellos funciona aproximadamente unas cien veces mejor que el
otro.
¿Adivinas cuál?
A los hombres les gusta salir con el claro propósito y deseo
de acabar la noche en la cama.
A las mujeres, por el contrario, les atrae más la idea de
dejarse llevar por el momento. Especialmente, cuando se trata de algo prohibido
o tabú, que se supone que no deberían estar haciendo.
Para ellas, cuanto menos planeadas parezcan las cosas,
mejor.
De ahí se sigue que, si quieres aumentar tus probabilidades
de tener éxito con las mujeres, lo mejor que puedes hacer es orquestar
situaciones que conduzcan al resultado perseguido de una forma natural.
Pregúntate a ti mismo ¿Qué situación facilitaría el resultado
que persigo de un modo natural?
Recuerda que a las mujeres les gusta dejarse llevar por el
momento y no les gusta pensar que están siendo utilizadas.
Otra cosa divertida y muy eficaz que hago para demostrar a
las mujeres que conozco su lenguaje es interpretar sus expresiones y gestos,
haciendo un comentario en voz alta sobre ello, como si realmente hubieran dicho
algo verbalmente.
Por ejemplo, si una mujer mira a alguien y después arruga la
nariz y pone esa cara de “¡qué vulgar!”, puede que yo le responda “Eso es
exactamente lo mismo que yo estaba pensando”
¿Lo coges? Actúo como si realmente me hubiera dicho en voz
alta “¡qué vulgar!”
O si una mujer me coge la mano, puede que le diga “¿De
verdad?”
Actúo como si hubiera dicho “Me gustas”
Las mujeres son muy expresivas con su lenguaje corporal y
sus expresiones faciales, pero a menudo se expresan de un modo sutil.
Si puedes captar estas pequeñas señales, hacerles saber que
estás en sintonía con ellas y después responder con observaciones graciosas
sobre ellas, serás recompensado por ello.
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