martes, 8 de diciembre de 2015

Como Bromear con una Mujer Mientras la Seduces


Hola el artículo de hoy lo voy a tomar del libro la Ciencia de la Seducción de Oscar Garrido:

Una vez, en la primera cita con una chica a la que acababa de conocer, cogí su mano al entrar en el coche y la sostuve durante unos segundos. Acto seguido, la retiré diciéndole… “Venga, no hagamos manitas todavía”, como si hubiera sido idea suya.

Después, durante la comida, le acerqué mi mano para que ella la cogiera y, cuando fue a hacerlo, se la retiré antes de que pudiera llegar a tocarla. Después lo volví a hacer una vez más y otra…y otra para acabar diciéndole “No, de verdad…”

Finalmente, cuando ya habíamos acabado de comer, acerqué mi mano a la suya para intentar cogérsela. De un modo previsible, ella la retiró como consecuencia de todas las bromas que le había gastado anteriormente, pero se la cogí de todos modos y le di un buen masaje.

Durante todo el tiempo, estuve bromeando y bromeando. Cuando finalmente ella se dio por vencida y empezó a disfrutar del masaje, dejé de dárselo.
¡Chico malo!
¿Te das cuenta de la dinámica de este proceso?

Más tarde, cuando le di un abrazo, ella me besó en la mejilla y en el cuello un par de veces, hecho que aproveché para acusarla de estar abusando de mí y de besarme demasiado.

La idea a transmitir es que ella va detrás de tí y es la agresora, en lugar de lo contrario. Como hemos visto, un modo acertado de conseguirlo es hacer algo (por ejemplo, coger su mano) y después acusarla a ella de ser quien lo ha hecho: “No hagamos manitas tan pronto”.

Este tipo de comportamiento, enviar señales contradictorias y flirtear todo el tiempo no tiene ningún sentido para la mayoría de los hombres, pero para las mujeres es pura MAGIA

Del mismo modo, algunas mujeres se sienten realmente intrigadas y atraídas por ti si las calas y te das cuenta de que pie cojean al principio de este juego.

Eso las enloquece porque perciben que eres tú quien tiene el control y no saben qué hacer a continuación, pues se dan cuenta de que conoces bien todos sus juegos y no caes en ninguno de sus viejos trucos. Esto las pone nerviosas y las deja sin poder ni munición.

Eso, por extraño que pueda parecer, les encanta. Los hombres rara vez asumen el control y ellas, secretamente, quieren a alguien que lo esté.

¡Advertencia! Es muy importante no utilizar esta información para convertirse en su complaciente psicólogo. La intención es usarla con el propósito de tocarles un poco las narices, no para ser comprensivo.

Algo que también le digo a una mujer bien pronto al inicio de nuestra relación es que creo que será una buena AMIGA.

Es gracioso comprobar el efecto que el contexto impuesto de amistad ejerce sobre ellas, porque las hace pensar, a menudo por primera vez:
“Vaya, quizás haya encontrado a un hombre que es más inteligente que yo, que conoce mis pequeños juegos y, por una vez, pone el listón incluso más alto que yo… y ahora que lo encuentro, habla de que seamos sólo amigos. ¡Oh no! ¿Es que no le gusto? ¿No le gusto como al resto de chicos?”

El secreto está en dejarlas dudando. Sugiere que te gusta, pero no lo hagas de un modo evidente. Haz que lo dude. Confunde.

Otro hecho interesante que he descubierto es que las mujeres entienden los mensajes en clave, y no el lenguaje directo.

Los niños pequeños bromean con las niñas cuando tienen 8 años y a las mujeres les sigue encantando cuando tienen 28 o 48. Por eso, me encanta encontrar algo sobre lo que se sienten un poquito inseguras y burlarme de ello de un modo que las haga dudar de si lo digo o no en serio.

La metáfora que a menudo utilizo es que las mujeres son como las máquinas Enigma empleadas por los alemanes durante la segunda guerra mundial. Estas máquinas eran capaces de codificar y decodificar mensajes.

De igual modo, a las mujeres les estimula e interesa mucho más dar y obtener sugerencias sutiles que mensajes directos.

Si le dices a una mujer “Me gustas” no será tan efectivo como decirle “Te gusto, y lo sabes” medio en serio, medio en broma. ¿Lo entiendes?

Por eso, gran parte del tiempo hablo con las mujeres a través de metáforas e historias, sobre sentimientos y deseos. Hablo en código, a través de sutiles sugerencias e intento no comunicarme nunca con ellas de un modo excesivamente directo.

Déjame darte un par de buenos ejemplos más.
Si quieres hacer el amor con una mujer, puedes decirle
“¡Hagamos el amor!” Adelante, inténtalo y dime después cuál ha sido el resultado.
O podrías ser más sutil e intentar esto…

La próxima vez que estés a solas con una mujer que has conocido recientemente, levántate, cógela de la mano y ayúdala a levantarse. Cuando lo haya hecho, dale un abrazo, sepárate de ella y vuelve a sentarte.

Una vez que se haya sentado de nuevo, dile “Sólo quería abrazarte”. Más tarde, vuelve a abrazarla y acaríciala y mientras lo haces, huélele el cuello y dile lo bien que huele… y no pares de hacerlo. En un par de minutos, la oirás decirte lo excitada que está.

Son dos caminos diferentes para alcanzar un mismo resultado, sólo que uno de ellos funciona aproximadamente unas cien veces mejor que el otro.
¿Adivinas cuál?

A los hombres les gusta salir con el claro propósito y deseo de acabar la noche en la cama.
A las mujeres, por el contrario, les atrae más la idea de dejarse llevar por el momento. Especialmente, cuando se trata de algo prohibido o tabú, que se supone que no deberían estar haciendo.

Para ellas, cuanto menos planeadas parezcan las cosas, mejor.
De ahí se sigue que, si quieres aumentar tus probabilidades de tener éxito con las mujeres, lo mejor que puedes hacer es orquestar situaciones que conduzcan al resultado perseguido de una forma natural.

Pregúntate a ti mismo ¿Qué situación facilitaría el resultado que persigo de un modo natural?
Recuerda que a las mujeres les gusta dejarse llevar por el momento y no les gusta pensar que están siendo utilizadas.

Otra cosa divertida y muy eficaz que hago para demostrar a las mujeres que conozco su lenguaje es interpretar sus expresiones y gestos, haciendo un comentario en voz alta sobre ello, como si realmente hubieran dicho algo verbalmente.

Por ejemplo, si una mujer mira a alguien y después arruga la nariz y pone esa cara de “¡qué vulgar!”, puede que yo le responda “Eso es exactamente lo mismo que yo estaba pensando”
¿Lo coges? Actúo como si realmente me hubiera dicho en voz alta “¡qué vulgar!”

O si una mujer me coge la mano, puede que le diga “¿De verdad?”
Actúo como si hubiera dicho “Me gustas”

Las mujeres son muy expresivas con su lenguaje corporal y sus expresiones faciales, pero a menudo se expresan de un modo sutil.

Si puedes captar estas pequeñas señales, hacerles saber que estás en sintonía con ellas y después responder con observaciones graciosas sobre ellas, serás recompensado por ello.

Advertencia: No empieces, sin embargo, a comportarte como una mujer ahora que sabes esto. Esta técnica es para que la uses con moderación y sólo para que una mujer “sepa que sabes” y no como tu técnica principal de aproximación a las mujeres. Muchos hombres cometen el error de aprender cómo actúan las mujeres y después imitarlas todo el tiempo. Créeme, esto no es lo que debes hacer

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